lunes, 25 de mayo de 2015

JUEGOS DE SUMISION PARA INCREMENTAR EL PLACER......AHHHHH

Una nueva generación de Anastasias que han leído ‘50 sombras de Grey’ se han acercado al llamado ‘juego de la sumisión’ o de la dominación sexual. En la saga, cuya película se estrenará el 13 de febrero, cuando Christian Grey conoce a Anastasia Steel queda tan fascinado que la convierte en ‘sumisa’. El sexo se instala en sus vidas a la hora del desayuno, de la comida y de la cena. Hay parejas que sin haber visto aún la película, recrean en su intimidad pasajes del libro como aquel en que Christian (‘el amo’) amarra a Anastasia (‘la sumisa’) a una cama con una corbata de seda. Levanta su blusa hasta cubrirle el rostro. Deja el cuarto para tomar una copa de vino con hielo. La mezcla con saliva y vierte el vino en su ombligo. La besa en todas partes y hacen el amor al estilo ‘de perrito’. La novela erótica de E.L. James en la que una joven es sometida sexualmente por un millonario guapo, llegó a España el 6 de junio de 2012, el 4 de julio las librerías ofrecían la trilogía y arrasó. Cuenta con más de cien millones de lectoras, y un 80% de ellas se acercan a diario a las tiendas eróticas españolas a comprar un producto de sumisión o dominación sexual, en especial los del kit oficial del libro, o complementos BDSM (prácticas sexuales extremas, bondage, o ataduras y dominación), como palas de azote, antifaces o látigos. En España se han vendido más de 20.000 artículos del juego y en Europa más de 130.000. Los sexólogos lo definen como “un juego entre adultos consensuado”. “Se trata del placer que proporciona no ser dueño de sí mismo, dejarse llevar por la pareja, perder la voluntad de manera simulada, para hacer disfrutar al otro”, dice José Bustamente, psicólogo especialista en sexualidad y autor del libro ‘En qué piensan los hombres’. “Los juegos de ataduras, dominancia y sadomasoquismo no tienen nada que ver con abusos físicos y emocionales sino con la erotización de los juegos de poderes”, advierte la sexóloga Alessandra Rampolla. Ella señala que “el juego” de intercambio de poderes no es para todo el mundo. “Se requiere de una intimidad emocional y una confianza plenas. No es recomendable para relaciones casuales. En una relación estable sí es un antídoto para vivir nuevas experiencias”, afirma. Para el sexólogo Ezequiel López Peralta “aunque parezca lo contrario, es el sumiso quien lleva el control”. Se deben acordar previamente unos límites y una ‘palabra de seguridad’. Si el sumiso la usa, el amo debe detenerse. No debe ser “no”, “basta” o “para”, dichos términos pueden ser parte del juego. Es mejor buscar otra expresión como “rojo”. El problema es la dependencia, cuando solo se obtiene placer, excitación y orgasmos con ese método. “Tu pareja puede no disfrutar de esto, en ese caso se va a plantear una limitación”. Eso le ocurrió a Cristina, al ser sometida sin previo aviso. Ella, una comunicadora social caleña de 22 años, conoció a un tipo que se portaba muy bien con ella, pero empezó a buscarla para tener sexo fuerte. Durante ocho meses ella le permitió poner las reglas: “Porque desde chiquitas nos han enseñado que si un hombre nos pega es porque nos quiere”. Un día la citó en un motel, le dijo que se fuera vestida de colegiala y con tacones. Le dañó la ropa, le dijo que se vistiera de nuevo y que jugaran al profesor y a la alumna. La tomó por los glúteos y le pegó. Pese a sus quejas, él le golpeó el rostro, le gritó palabras obscenas, la tomó del cabello y la obligó a practicarle sexo oral. Con temor ella bailó, como él se lo pidió, pero seguía golpeándola. La tomó del cuello, como asfixiándola, le amarró las manos con su camisa. “El momento pasó de ser ‘hot’ a terrorífico”. Le reventó la encía y la tomó tan fuerte que ella lo golpeó. Él sonrió. “Me dijo que eso le gustaba. Tenía mucho miedo. Recogí mis cosas, y nunca volví a saber de él”. Y Cristina o ‘Anastasia’ huyó. Algunos juegos Atar con una cuerda: Atar a su pareja a la cama o a una superficie similar de las muñecas y flojo. Se debe suspender el juego ante la primera queja de incomodidad o al escuchar la palabra clave. El juego del esclavo doméstico: Durante el lapso de tiempo pactado quien hace el rol de “esclavo” deberá cumplir las tareas que el “amo” le encomiende. No deben darse tratos degradantes, solo órdenes como: ”Dame un masaje en los pies… ya te diré cuándo parar”. La prostitución doméstica: La persona que haga de ‘prostituto/a’ elaborará una lista de prácticas sexuales. Cada una de esas prácticas tendrá un precio en tareas mundanas, y su pareja escogerá solo una. Se pueden utilizar juguetes de todo tipo, antifaces, esposas, látigos, plumeros, pero también objetos cotidianos como corbatas y pañuelos para inmovilizar, un collar de perlas o una prenda suave y sedosa para acariciar... Privación sensorial: No ver y no oír aumenta las sensaciones corporales. El amo acaricia al sumiso y puede contarle una fantasía. Lo puede hacer sufrir tanto como desee, porque decide cuándo le permitirá llegar. Inmovilización: Válgase de unos fulars (pañuelos para el cuello o bufanda de seda u otro tejido fino) o medias. Cuide que no aprieten en exceso. No hace falta causar dolor (salvo que el sumiso lo pida) y no debe cortar la circulación sanguínea (prohibido el cuello). Bastará con que generen la sensación de no poder desasirse. Indispensable, siempre tener unas tijeras (sin puntas peligrosas) a mano por si el atado se agobia (sufre un ataque de pánico), algo le hace daño o pierde la conciencia. Azotes: En la parte baja de la espalda son peligrosos. Se recomienda antes acariciar la zona un rato para que la sangre se concentre y aumente la excitación. Vaya de menos a más. El placer no está en la fuerza, sino en ese juego, que se puede acompañar de caricias. Diccionario de Grey BDSM: Sigla de bondage, disciplina, dominio, sumisión, sadismo y masoquismo. Bondage: Uso de restricciones (cuerdas, cadenas) para inmovilizar al otro. Masoquista: Goza con el dolor. El término proviene de Sacher-Masoch, autor de ‘La Venus de las pieles’. Sádico: Disfruta causando dolor. Del Marqués de Sade, autor de ‘Los 120 días de Sodoma’. Spanking Dar o recibir azotes, usando manos, reglas, cinturón, látigo. El mayor flujo sanguíneo en la zona genera una intensa sensación de placer al ‘spankee’(quien recibe). El spanker es quien azota.

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