martes, 12 de mayo de 2015
COMO ENFRENTAR A LA SOLEDAD.....
La soledad es un sentimiento de aislamiento o desamparo que invade el ánimo de una persona, esté o no acompañada, y que llega a generarle angustia y malestar profundo; aunque puede ser circunstancial o pasajera, cuando persiste indica incomunicación y carencia de apoyo afectivo. ¿Desea afrontar el problema?, a continuación algunos consejos.
Así, la soledad es el reflejo de una red pobre de relaciones sociales, en donde las amistades son escasas, insatisfactorias o demasiado superficiales; específicamente, puede presentarse de dos maneras, una emocional, en la que hace falta intenso vínculo con otra persona (amigo, pareja) que genere gusto por la vida y seguridad, y otra social, en la cual la persona no se siente integrada a un grupo que le ayude a compartir intereses y preocupaciones.
Se debe aclarar que la soledad es distinta al aislamiento social, ya que en este último se rehuye al trato con los semejantes, en tanto que la primera tiene que ver con la incapacidad de un individuo para manifestar sus sentimientos y opiniones; en términos coloquiales, no es que se evada a otras personas, sino que "no se le da" la convivencia.
En efecto, cuando nuestra habilidad para convivir es deficiente aumenta la probabilidad de experimentar soledad, pues la convivencia con otros es menos entusiasta y afectuosa, aunque esto suele ocurrir inconscientemente y por ello no es fácil percibir qué es lo que está fallando. Esto puede dar origen a un círculo vicioso, en el que surgen problemas de autovaloración e inconformidad que hacen que la persona afectada se convenza a sí misma de que no es amable ni digna de ser apreciada, por lo que rehuye a cualquier amigo potencial sólo por miedo a un posible rechazo.
También cabe mencionar que la soledad se vincula con la historia de cada persona, ya que el desarrollo en un ambiente de tristeza, desamor o negatividad y, ante todo, la pérdida de relaciones significativas para el individuo pueden generar marcas indelebles en la vida y afectar el desempeño anímico.
Pasos útiles
Ya que la soledad es innegable y será experimentada por todo ser humano, pues en algún momento se tendrá la sensación de que "algo falta", es posible llevar a cabo algunas medidas para mejorar el estado anímico:
Ser muy sincero y buscar dentro de uno mismo qué tipo de soledad es la que se sufre y a qué circunstancias se deben.
Perder el miedo a mirar dentro de nosotros, y afrontar la necesidad de saber cómo somos: nuestras ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos, además de evaluar honestamente la autoimagen.
Tomar la iniciativa para entablar nuevas relaciones; se puede determinar qué personas nos interesan, y luego elaborar una estrategia para contactarlas.
Considerar que no hay nada qué perder y que el miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas amistades o amores.
Hacer a un lado la actitud de víctima, pues aunque el mundo resulta en ocasiones cruel y materialista, seguro que hay personas que desean conocer a alguien como nosotros.
Evitar encerrarse en uno mismo cuando se tenga fuerte sensación de soledad, ya que puede generarse mayor daño. Es mejor contar con quién hablar e intimar y a quién querer.
Pensar que no somos tan raros como pensamos; para comprobarlo no hay más que hablar a profundidad y confianza con alguien. Tenemos la capacidad de "llenar" a más gente de la que creemos, y nos pueden resultar atractivas muchas personas que tenemos muy cerca.
Iniciar o retomar alguna actividad deportiva o artística también suele ayudar a mejorar el estado de ánimo, además de que facilita la convivencia con quienes poseen aficiones similares.
La sensación de soledad es una situación que puede convertirse en momentánea y que no es forzosamente mala, ya que es posible transformarla en un espacio de reflexión para conocernos a fondo y encontrar sinceramente nuestra propia identidad.
Existe un tiempo para comunicarse con los demás y otro para establecer contacto con lo más profundo de nosotros mismos, en el que la soledad es indispensable; ahí podemos "hablar" con nuestros miedos, a los que no podemos ignorar.
Finalmente, queda señalar que si a pesar de todo no se tienen fuerzas ni tranquilidad para afrontar el problema, no hay que dudar en consultar a un psicólogo o psiquiatra a fin de que ayude a un benéfico reencuentro con uno mismo para, posteriormente, poder comunicarnos adecuadamente con nuestros semejantes.
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