jueves, 13 de noviembre de 2014
Cuando los padres se equivocan y dañan a sus hijos…
Si fueras padre ¿te gustaría que te dijeran si te equivocas? Muchos pueden responder que si por supuesto, pero ¿es en verdad cierto? Creo que a la mayoría de padres no les gusta equivocarse y menos que se lo digan sus hijos ya que muchos creen siempre tener toda la razón del universo.Si, los padres se equivocan de muchas formas y lamentablemente el hecho de que no quieran reconocer sus errores y faltas nos daña a los hijos de diversas formas. Es triste tener que aguantar injusticias sin fundamento, amenazas y gritos cuando uno como hijo(a) bien sabe que no los merece y si los merece ¿es justo tanta violencia?
¿Cuán dañino puede ser la descarada discriminación? Pues yo creo a las personas que las crían con clara discriminación por parte de los padres se vuelve una persona triste, amargada y finalmente se rebela a tal punto que ya no quiere oír nada de lo que digan sus padres. Pero no solo eso, ¿quién puede entrar en el alma de los hijos afectados? Solo sus pobres corazones saben lo que es ser menospreciado y que luego le reprochen el comportamiento que es resultado de años y años de discriminación.
Se dice que uno puede olvidar lo que le dijeron, lo que le hicieron, pero uno nunca olvida como le hicieron sentir. Las palabras tienen un efecto letal que aunque sean olvidadas el sentimiento de tristeza no sana. Si usted es padre tenga cuidado con lo que le dice a sus hijos, no valla ser que por un “idiota”,” estúpido”, o uno de los que considero más tristes “pedazo de basura”, valla a afectar para siempre el autoestima de su hijo.
Cuando los padres creen que con dinero remplazan el amor o cuando creen que las fuertes amenazas sirven de algo, o peor, que la agresividad es una forma de educación; así dañan y así se precisamente se equivocan.
Retomo la pregunta inicial… si fueras padre ¿te gustaría que te dijeran si te equivocas? Y aún más importante ¿lo aceptarías? Muchos no tienen idea cuan profundo dañan a sus hijos, algunos con sobreprotección, algunos con indiferencia, algunos con discriminación; pero imposible aceptar que los dañan porque al fin y al cabo los padres quieren lo mejor para nosotros pero muchas veces parece que a costa de nuestras heridas.
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