jueves, 30 de octubre de 2014

Las mujeres tienen la capacidad innata de detectar si su pareja le es infiel con solo mirarlo a los ojos ¡¡¡¡¡¡¡¡

Un estudio de la Universidad del Oeste de Australia reveló que las mujeres tienen una mayor percepción que los hombres para detectar la infidelidad de sus parejas. Con sólo mirar la cara de un hombre, son capaces de detectar si ha tenido una aventura amorosa clandestina. El director del Centro para la UWA Biología Evolutiva, Leigh Simmons, aseguró que las mujeres desarrollaron una mayor capacidad para hacer evaluaciones precisas que los hombres debido a que los costos de cometer errores, para ellas, son mayores. Su habilidad es consecuencia de un proceso evolutivo. La investigación consistió en mostrar a 34 hombres y 34 mujeres 189 fotografías de rostros caucásicos. Luego les preguntaron por el nivel de confianza que inspiraban estas personas, de las que se conocía su historial sexual. Del número de aciertos, que fue mayor para las mujeres, surgió la conclusión del relevamiento. Como parte de los resultados publicados en la revista Biology Letters, la clasificación de las mujeres orientada hacia hombres que engañan a sus parejas, fue relativamente acertada, equivocándose en sus suposiciones tan solo en 38 por ciento, mientras que ellos erraron en un 77 por ciento. Esta investigación proporciona la primera evidencia de que las impresiones de la infidelidad, elaboradas a partir de los rostros de distinto sexo desconocidos, contienen un núcleo de verdad, según dailymail.co.uk También encontraron una alta correlación entre el atractivo y percepciones de confianza, con personas más atractivas juzgado más probabilidades de ser digno de confianza y, por tanto, menor posibilidad de detectar infidelidad. Al parecer, según los investigadores, el secreto para detectar una infidelidad se encuentra en los ojos de una mujer, los cuales pueden reconocer si un hombre va a engañar con sólo mirarlo, aunque se encuentre lejos.

Las edades sexuales del hombre¡¡¡¡¡

1. Menor de 25 (varón joven): Potencia sin control La adolescencia y posadolescencia se caracterizan por una gran potencia sexual, a la que muchas veces se da salida a través del onanismo: la frecuencia masturbatoria media oscila entre una y hasta tres veces diarias. Sin embargo, los cambios físicos y psíquicos que se van produciendo hasta la llegada de la edad adulta provocan cierta inestabilidad sexual. La explosión hormonal o el exceso de energía producen erecciones involuntarias y poluciones nocturnas. El pene alcanza su cénit en sólo tres segundos. Aunque la edad de pérdida de la virginidad cada vez es más baja (casi siempre por debajo de los 18 años) y la posadolescencia cada vez más larga (extendiéndose hasta los 25), este es un periodo en el que aún se está experimentando con el cuerpo, y tiene gran importancia, pues la vida sexual estará siempre marcada por estos primeros pasos. Los sexólogos coinciden en que, en estos años cruciales, los hombres responden instintivamente a los estímulos eróticos, siendo tan frecuente la bisexualidad como la eyaculación precoz, sobre todo en relaciones esporádicas. "En la adolescencia lo que sobra es libido, y ese es el problema: hay un exceso de excitación sexual y abunda la eyaculación precoz, que también se da por la mayor sensibilidad del pene o el miedo a ser descubierto. La disfunción eréctil viene dada por motivos puramente psicológicos: a veces la ansiedad genera una vasoconstricción, provocando una disfunción eréctil psicógena e intermitente, dependiendo de la situación y de la pareja", afirma el psicólogo y sexólogo Víctor Cascales. Si exceptuamos la fimosis (que exige una pequeña intervención quirúrgica), los mejores antídotos para capear los problemas de esta etapa son haber tenido una sensata educación sexual / sentimental y un buen puñado de experiencias eróticas positivas. 2. Entre 25 y 30 años (adulto joven): Experiencia y satisfacción Entre los 25 y los 30 años cristaliza la identidad sexual y aumentan la autoestima y la necesidad de contacto físico. En esta edad, que se extiende hasta los 40, la potencia sexual es alta pero mesurada por la estabilización del carácter. Las erecciones son menos espontáneas, tardan algo más en llegar a su cumbre (entre 10 y 15 segundos) y el ascenso testicular es ligeramente más lento. La masturbación disminuye, si bien aumenta el consumo de pornografía. Los problemas más frecuentes son enfermedades venéreas, mala utilización de los métodos anticonceptivos y adicción al sexo y a las drogas sexuales (viagra, levitra...). La experiencia convierte el acto sexual en una materia dominada. "El hombre cree que nace aprendido, y poco a poco se da cuenta de que no es así: el acto sexual va mejorando con la práctica", apunta el doctor Valdebenito. El hombre suele tener pareja estable o se ha habituado a una soltería llena de satisfactorios encuentros esporádicos. Muchos trastornos tienen causas ajenas al individuo. "Impacta mucho el estrés económico, laboral o general, que afecta al acto sexual en calidad y/o frecuencia", afirma Valdebenito. La sexóloga psicóloga Miren Larrazábal matiza: “Lo psicológico tiene incidencia en lo orgánico, y lo orgánico en lo psicológico. Los problemas de erección a esta edad no son sólo una cuestión mental”. 3. Entre 30 y 55 años (adulto maduro): Madurez y deseo Con la crisis de los 40 se dispara el deseo sexual psicológico, pero el cuerpo no siempre obedece las órdenes del cerebro. A partir de los 45, la sombra del gatillazo está presente, y aunque no se necesiten, se recurre a los medicamentos que garantizan la respuesta eréctil. Entre los 45 y los 55 años se dan más casos de infidelidad; entre otras cosas, por el hastío y para disfrutar por fin de esas perversiones que ya no provocan sentimientos de culpa. La masturbación apenas existe y la necesidad de conquista supera al mismo deseo. En cuanto a las erecciones, se ralentizan, tardando el pene unos 20 segundos en ponerse completamente duro, disminuye su turgencia y se alarga el periodo entre erecciones. El gran problema de esta edad es aceptar que se es demasiado joven para usar viagra y muy viejo para tener una respuesta eréctil instantánea. La clave es, como bien dice el sexólogo Mario del Valle, adaptarse a la nueva situación: "Muchos hombres piensan que su pene es como su mano, y no es así; el pene tiene su propio impulso y no reacciona a las órdenes, sino a los deseos". En los mayores de 40 años la disfunción eréctil es un síntoma de factores subyacentes. Así, el 64% tiene además uno de los siguientes trastornos: hipertensión, cardiopatía crónica / angina, hipercolesteloremia, diabetes o depresión. Ante este panorama, el psicólogo sexólogo Miguel Ángel Cueto recomienda "modificar las actitudes negativas, afrontar la madurez y asumir una responsabilidad sobre los problemas sexuales y su solución". 4. Mayor de 55 años (adulto mayor): Sexo después del sexo Como dice el sexólogo Francisco Cabello, "la sexualidad en edades maduras es diferente pero no inexistente, no subimos las escaleras a la misma velocidad con 60 años que con 30, pero las subimos". En una encuesta realizada por la Universidad de Chicago, tres de cada cuatro hombres de entre 57 y 64 años afirmaron ser sexualmente activos, si bien reconocieron que el coito y el orgasmo pasan a un segundo plano en beneficio del sexo oral o las caricias íntimas. Pero el tiempo no pasa en balde, y a partir de los 75 años la erección puede tardar hasta cinco minutos en llegar a su cima, el orgasmo se hace de rogar y el pene exige una estimulación prolongada para alcanzarlo; por su parte, los testículos no se elevan tanto en el escroto durante la excitación. Como sostiene el doctor Felipe Casanueva, "no existe la andropausia como fenómeno similar a la menopausia femenina"; es decir, los cambios experimentados por los hombres a partir de los 50 años son menos significativos que los de las mujeres: los niveles de testosterona apenas se reducen, pero sí baja la producción de semen y espermatozoides y también el deseo sexual. Todo esto se traduce en una menor necesidad física de eyacular y una disminución de las contracciones orgásmicas. A veces pueden pasar días desde la última eyaculación hasta la siguiente erección. Se imponen una vida sexual más tranquila y ayuda clínica y psicológica para capear problemas como la disfunción eréctil, la hiperplasia prostática, la ansiedad durante el coito o la anorgasmia. Los sexólogos de Bayer Healthcare coinciden en recomendar para los trastornos sexuales de esta edad un tratamiento farmacológico que aúne testosterona y vardenafilo, con el objetivo de "recuperar la erección, maximizar el estado físico y mejorar el estado anímico en general". Esto, en el terreno físico; en cuanto al mental, la psicóloga Charo Valdés Santoja afirma que "del estado de salud y del conocimiento de cómo afectan determinadas enfermedades a la vida sexual depende que se pueda producir incluso un enriquecimiento de la sexualidad".

La Idiosincrasia de los peruanos: La Mediocridad...

Nuestro país tiene un potencial económico y natural envidiable. Todos dicen que podríamos ser una gran potencia, que nuestra realidad sería otra. Y la carencia de estos éxitos es siempre achacado a la clase política, a los sucesivos gobiernos, y al Estado mismo. Pero el problema no está en nuestra clase dirigente. El problema del Perú en todos los aspectos subyace en su gente misma. No es una cuestión de política de un gobierno, sino de la idiosincrasia de los peruanos, aquella innata mediocridad, corrupción, informalidad, indisciplina y autodestrucción que ha convertido al Perú en un país sin rumbo. Y todo esto tiene una sola raíz: la pobre educación imperante. Vayamos paso por paso. Es muy clásico escuchar siempre en las calles la frase “Así no más”, o “¿Qué tiene?”. No hay mejor ejemplo que la misma capital. Las personas carecen del sentido de competencia, no hay un deseo grande de superación. Es suficiente que, como los animales, se conformen con comer y tener un techo, sean cuales sean las condiciones. Muchos dirán que se trata de pobreza, pero miren bien, y verán que es mediocridad. Existen familias en las zonas marginales de Lima que siguen viviendo en condiciones paupérrimas, pudiendo haber salido de esos lugares hace mucho. Pero la falta de competencia, es decir, el simple hecho de hacer más de lo que puede el otro, hace que muchos mantengan estilos y condiciones de vida invariables por muchos años. Los peruanos carecen de competencia. Muy pocos luchan por mejorar los lugares donde viven. A esto se suma la falta de respeto propio. Los peruanos son incapaces de hacer respetar sus derechos y de respetar sus propias vidas. No necesariamente por falta de conocimiento de las leyes que los respaldan, sino de la inexplicable carencia de sentido de justicia y amor propio. Eso se refleja en el hecho de transportarse como sea, vivir como sea. Toda una clara muestra de mediocridad. Los resultados a esto se ven en la cantidad de muertos del terremoto de Pisco, o en los constantes accidentes de tránsito con víctimas mortales. Y es que los peruanos son temerarios, desafían al peligro, no les importa si exponen su vida, sólo interesa vivir como sea. Se es mediocre cuando se carece de amor propio. Muchos dirán que los peruanos arrastran la humillación de haber sido conquistados, pero eso ya pasó hace mucho. Es ahí donde la educación juega un papel preponderante. Este es el primero de futuros artículos sobre la idiosincracia de los peruanos.